Una de las maneras de eliminar toxinas de nuestro cuerpo, es a través de la orina. Pero, ¿acaso porque la eliminamos, es completamente un residuo inutilizable? Claro que no. Aquí les voy a mostrar tres casos en los que la orina puede resultar un líquido salvador, no al extremo de compararla con un elixir, por supuesto.

La primera, por ejemplo, tiene que ver con el caso de si está bien o mal tomar nuestra propia orina. La verdad, no es una idea muy recomendable, según los expertos. Es cierto que muchas personas han dado distintos testimonios de haber tenido que beber su propia orina cuando se perdieron en el desierto, o situaciones parecidas, pero, como los especialistas señalan, beber orina no necesariamente te calmará la sed, ya que la orina contiene 2% de sal, lo que en vez de saciarte, solo te dará más ganas de tomar agua y deshidratarte. En lo que sí puede ayudar la orina, en caso de hallarse en una emergencia, es esparcirla alrededor de una herida (aunque suene asqueroso), ya que es un buen esterilizador, siempre y cuando provenga de una persona sana.

La segunda utilidad que le podríamos dar a la orina tiene que ver con las sensaciones gratificantes. ¿Qué quiero decir con eso? Según un estudio hecho por científicos holandeses, las personas que aguantan más las ganas de orinar, es decir, que están con la vejiga a punto de reventar, suelen disfrutar más las grandes recompensas que aquellas ofrecidas a mediano o corto plazo. Es decir, si somos capaces de contener la orina durante un largo tiempo, esa costumbre se aplica a toda nuestra vida, logrando que seamos unas personas más pacientes que cualquiera.

Por último, les cuento que la orina puede ser nuestra mina de oro... y no lo digo por el color, eh. Lo que sucede es que si las células de combustible de hidrógeno son la fuente de poder del mañana, entonces la urea, el principal componente de la orina, es una gran alternativa a utilizar. ¿Por qué? Porque cada molécula de urea contiene el doble de átomos de hidrógeno que el agua y se adhiere a ellos con menos fuerza. Eso quiere decir que se puede obtener el hidrógeno de manera más fácil, y lo que digo no es broma, porque incluso una compañía de Ohio está en los intentos por comercializar esta tecnología.

En fin, ya ven que la orina no es tan mala. Con esto que les acabo de decir, voy a cuidar más mi orina, y no la voy a dejar regada en cualquier baño, menos con esa aplicación que les mostré hace un tiempo atrás, en la que se podía alquilar un baño cualquiera. Es que con lo que les acabo de contar, tal vez los que tengan que pagar sean quienes se quedan con nuestra orina, ¿no les parece?

Fuente: Wired