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Saltarse el bloqueo regional como reivindicación

Saltarse el bloqueo regional como reivindicación

Internet es global. Internet es de todos, o al menos es lo que nos hacen ver, pero no lo que nos demuestran. El debate siempre ha estado ahí ¿existe un exceso de libertad en la red? Cuando apareció internet se generaron un sinfín de nuevos paradigmas, uno por cada realidad social existente. Ahora que se está hablando tanto del Metaverso, se está volviendo a ver a ese mundo de unos y ceros como un universo aparte. Sin embargo, si algo hemos aprendido estas últimas décadas es que internet no es otro mundo, internet no es más que una proyección de la vida. La teoría de la caverna atacando de nuevo.

Volviendo a la pregunta anterior. No es que exista un exceso de libertad, es que en la vida se producen excesos. Para eso existen las leyes, para reglar nuestra capacidad de ejercer nuestra libertad. Todo el mundo sabe que en internet se puede piratear fácilmente, por eso se elaboraron multitud de leyes antipiratería y de mecanismos para combatirla. Algo totalmente lícito y esperable. No obstante, la evolución de la piratería nos hace ver que la raíz de la problemática no reside en una suerte de ambición ávara para parte de los que la ejercen, sino más bien de un descontento más propio de una posición antisistema.

Los ejemplos están claros. Los años 2000 fueron el apogeo absoluto de la piratería. Recordemos que vivíamos sumidos en una época dominada por los alquileres abusivos, unas ventanas de distribución exageradas y un acceso al catálogo impropio de la tecnología existente. Resulta complicado convencer a un usuario de que no descargue un producto gratuitamente cuando la alternativa a no hacerlo es tan cara como anacrónica. O simplemente inexistente. Porque muchas han sido las veces que el establishment nos ha dicho que está mal descargar de forma ilícita un producto que ni siquiera está disponible en tu país, no por falta de medios, sino por falta de voluntad o directamente por motivos puramente estratégicos.

Saltarse el bloqueo regional como reivindicación

Que no se tome esto como un alegato a favor de la piratería, todo lo contrario, más bien como una reflexión sobre lo inefectiva que es la respuesta basada en la prohibición y la restricción. La piratería empezó a descender de forma notable durante la segunda mitad de la década pasada. No gracias a la concienciación de los ministerios de cultura, o por la persecución a plataformas de contenido pirata, sino gracias a la aparición de servicios de suscripción que ofrecían una alternativa realista a no piratear. Amazon para libros, Spotify para música, Netflix para películas y series… la lista es larga.

Sin embargo, cada vez son más los servicios bajo demanda. Los catálogos cada vez están más disgregados, el contenido cada vez es más exclusivo, los precios cada vez son más altos y estrategias como el bloqueo regional o la discriminación de precios genera en el usuario una sensación de hartazgo, agobio y deslealtad.

Descargar VPN está siendo la solución de muchos consumidores para saltarse los bloqueos y restricciones que identifican como injustos. La respuesta de las empresas privadas e instituciones públicas vuelve a basarse en la persecución. La historia se repite, dicen algunos. Desde aquí advertimos una importante diferencia. Los consumidores, por ahora, siguen pagando religiosamente sus cuotas, lo único que quieren es que no se les trate de forma abusiva. ¿Será capaz el mercado de poner remedio antes de que sea demasiado tarde?