Del campo del post-desastre en Japón vienen dos historias: 8,000 escolares in Date City, a 60 km de las ruinas de la planta de energía nuclear de Fukushima, entregan dosímetros para medir la radiación.

Miles de niños en guarderías, jardines de infantes y escuelas primarias en las ciudades y pueblos alrededor de la zona seguirán su ejemplo. Niños, adultos y ancianos cargando dosímetros para medir la radiación por donde caminan.

Mientras tanto, cientos de kilómetros al sudoeste, los funcionarios de la Prefectura de Shizuoka, han pedido a los minoristas de Tokio que se abstengan de informar a los consumidores que niveles superiores a lo normal de radiación han sido detectados en las hojas de té.

La prefectura siente que la emisión de la advertencia podría "ventilar la ansiedad del público", dijo Kyodo News. Cuando en realidad lo único que quieren es vender aquellas hojas de té contaminadas.

Es difícil imaginar algo mucho más aterrador, en cinco años miles de niños marchando a patios de escuelas irradiadas, con contadores Geiger atados a su pecho. Japón nunca volverá a ser el mismo.

Fuente: Irishtimes